El mensaje del primer ángel se puede encontrar en Apocalipsis 14:6, 7.
“Luego vi otro ángel, el cual volaba en medio del cielo. Tenía el evangelio eterno, para predicarlo a los habitantes de la tierra, es decir, a toda nación, raza, lengua y pueblo. Ese ángel decía con fuerte voz: ‘Teman a Dios, y denle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado. Adoren al que hizo el cielo y la tierra, el mar y los manantiales de agua.’”
El ángel que vuela en medio del cielo está listo para compartir el evangelio eterno con todo el mundo. No se trata de un evangelio nuevo; es el evangelio de salvación por la gracia de Jesús que nunca ha cambiado. Por eso se llama “el evangelio eterno.” Es el mismo mensaje de salvación por la fe que aceptaron los creyentes del Antiguo Testamento (Hebreos 3:16-19; 4:2; 11:1-40). Es la misma enseñanza que Jesús mismo proclamaba, el mismo evangelio que los discípulos predicaban durante la era apostólica, y el mismo evangelio que ha resonado a través de los siglos de la historia cristiana. Es el mismo mensaje que el pueblo de Dios predica hoy “a toda nación, raza, lengua y pueblo” que vive en los últimos días justo antes del regreso de Cristo.
Este mensaje de los últimos días requiere tres acciones de los habitantes de la tierra: “Teman [reverencian] a Dios, y denle gloria … Adoren al que hizo el cielo y la tierra…” (versículo 7). El ángel explica la razón de la necesidad de estas tres acciones. Los seres humanos deben temer a Dios, darle gloria y adorarle “porque la hora de su juicio ha llegado” (versículo 7).
Muchas personas temen la palabra juicio. Para ellos tiene una connotación negativa. Nadie quiere ser juzgado a menos que se le asegure un resultado positivo. Por eso es tan increíble el juicio de Dios. ¡El resultado positivo está asegurado! Dios ha prometido redención a aquellos que aceptan la sangre y carácter perfecto de Jesús. Para estas personas el juico resulta ser un evento positivo. Dios los verá y los declarará justos por el sacrificio y la intercesión de Cristo.
No solo eso, sino el juicio de Dios también acabará con los enemigos de Dios. Estos enemigos también son enemigos del pueblo de Dios que los han perseguido y abusado. Estos adversarios no han elegido arrepentirse ni aceptar el carácter de Jesús como lo hace el pueblo de Dios. Ellos intencionalmente eligieron aliarse con Satanás y serán destruidos con todo el mal en el juicio final. En ese entonces el pueblo de Dios podrá regocijarse porque ya no serán atormentados por sus enemigos. Serán libres para disfrutar de la paz perfecta del cielo y de una relación ininterrumpida con Jesús.
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La primera instrucción del ángel es temer a Dios. Esto significa reverenciarle, pero también elegir servirle y adorarle solo a Él. 1 de Samuel 7:3 habla de dejar a los ídolos extraños “y preparen su corazón para el SEÑOR. Sírvanle solo a él.” Este es el tipo de atención y adoración exclusivas que describe la frase “teman a Dios.”
Dar gloria a Dios es reconocer que sólo Él es justo para juzgar y que nosotros, como pecadores, no podemos enfrentar su juicio solos. Reconocer que somos pecadores nos lleva al arrepentimiento y a la comprensión de que sólo la sangre y el carácter de Jesús pueden cubrirnos y hacernos dignos de enfrentar el juicio de Dios. Y ese reconocimiento nos lleva al agradecimiento y a la adoración de nuestro gran Juez y Redentor. Esto es dar gloria a Dios.
Dar gloria a Dios también significa estar tan impresionados por la gracia salvadora de Cristo que querremos que otras personas conozcan de nuestra experiencia y se salven del juicio final negativo del cual advierte el ángel. Querremos pasar el tiempo contándole a otras personas del juicio venidero y explicándoles cómo prepararse para estar del lado de Dios.
La tercera instrucción del primer ángel nos insta, “Adoren al que hizo el cielo y la tierra, el mar y los manantiales de agua” (Apocalipsis 14:7). Esta es una referencia a la creación. Dios es nuestro Creador y, por eso, solo Él es digno de nuestra adoración. Éxodo 20 también une estas dos ideas. El cuarto mandamiento nos pide, “Acuérdate del día de reposo[a] para santificarlo. … Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra” (Éxodo 20:8, 11). Adorar a nuestro Creador en el séptimo día de cada semana nos recuerda de su poder creador y su autoridad sobre toda su creación. El séptimo día también nos recuerda de que el Creador celestial quiere tener una relación con nosotros pasando un día de la semana con nosotros. En los últimos días de la historia de esta tierra, adorar a Dios en el séptimo día de la semana será una señal de aquellos que eligen seguir a Dios y estar de su lado en el juicio final.
a. Éxodo 20:8 Aquí equivale a sábado.
Lee más sobre como el sábado forma parte integral del mensaje del primer ángel.